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Niña con desvarios rancios, con tendencias psicopáticas hacia el vampirismo y a la fotografía, trepadora de árboles y aduladora de las estrellas, con un corazón semi-partido en dos, que cree aún en el principe azul, en santa claus y en el conejo de pascua.

domingo, 21 de marzo de 2010

Anecdotario

Parecía todo un sueño... El sonido no iba de acuerdo a lo normal, el movimiento menos. Pero al escuchar el estruendo de ese televisor sobre el suelo hizo que reaccionara: No era un sismo cualquiera, estaba viviendo mi primer terremoto.
Siempre nos enseñan a cuando ocurran incidentes como este, uno debe entrar en calma, pero el solo hecho de sentir el griterío de la gente, y ver como se cae tu casa, uno olvida las famosas prácticas del sistema de la operación deisi y solo insta a salvarse a si mismo y a quienes más quiere.
Recuerdo que lo primero que hice fue buscar a mis mascotas Madonna y Pepón, tomarlos entre mis brazos y aferrarme al umbral de la puerta con mis padrs y mi hermano. Debo confesar que los nervios me superaron y entré en un ataque de pánico.
Apenas paró, habia que evacuar todo, por que al vivir cerca del mar, existía la alerta de Tsunami. Tomé las pocas cosas que pillé (un abrigo, zapatillas y algo de vestir), subí al auto y me despedí de mi hogar.
Ver la autopista entre Concepción y Talcahuano fue espantoso. Ver el daño que habia causado el movimiento de las placas, el corte de luz, y la desesperación de la gente hizo que rompiera en llanto y la poca cordura que me quedaba se fuese a la punta del cerro.
Luego vinieron las explosiones, las sirenas y el intento desesperado de saber como estaban mis amigos, pero mi celular en ese momento no servia de nada. De alli que no hay como el teléfono fijo.
Creo que todo lo demás será una gran anécdota en mi vida.

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